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lunes, 23 de octubre de 2023

William Faulkner. XXX

Gris es el día, y todo el año es frío, 
y por la tierra deshabitada el chirrido de las golondrinas 
señala el vuelo austral de la primavera. Nada alberga,
salvo el invierno, la bóveda del firmamento.
   
Oh, triste tierra, cuando esté amargo y lúgubre sueño
se remueva y gire, y reverdezca de nuevo la estación, 
por el camino y el sendero solitarios reptará la hierba,
y nadie la hollará, limpiando el paso.
   
Abril y mayo y junio, y toda la penuria 
de un corazón para verdearla, para herirla y despertarla;
de qué sirve florecer, tierra gris de noviembre?
No tienes que interrumpir tu sueño para reverdecer.
   
La acallada querella del viento en los árboles azotados
estremece a la hierba del camino y el sendero,
y la Pena y el Tiempo devienen mares dorados, sin mareas.
Calla, calla! Ya ha vuelto a casa.



De "Una rama verde"
En "Poesía reunida"
   

martes, 10 de octubre de 2023

William Faulkner. Misteriosamente asentada en el cielo...

Misteriosamente asentada en el cielo
está la luna, envuelta en un halo, como una loca.
Deja caer las manos para acariciar 
el pecho y los flancos enmarañados del mundo remoto,
y las hunde, blancas, hasta el codo,
en las sombras frondosas del claro
en cuyas entrañas silenciosas duermen, como plata,
los pájaros, y despierta
a los canoros y nerviosos ruiseñores,
cuyos trinos surcan el mar de azur
como dispersas velas de plata.
También a mí me acarician sus manos;
también a mi ardiente corazón incita la luna.
Mientras gira, eviterna, por el cielo,
sus blancos pies, reflejados en mis ojos,
tejen un lazo alrededor de mi mente
que ninguna ola ni empeño puede romper,
porque la luna está loca, y es vieja, 
y de muchos ha contado ya la vida,
y de muchos ha visto marchitarse la belleza:
pasan, pasan, pero no saben a dónde van.
   
La tierra callada, tan quieta, tan antigua,
sueña bajo el brezo y la gualda,
envuelta por el poderoso aroma del níveo seto
de espinas suspendido al borde
de una negra quebrada, de cuyo interior emergen 
brumas suaves y espesas como cabello,
que brillan -plata que flota- bajo la luna.
   
Las estrellas se precipitan -pero son estrellas?-
contra los oscuros barrotes de los pinos.
En una melancólica colina, mojada por la luna,
brillan los cornejos floridos, imperturbables,
como manos rígidas que, mostrando su reverso,
invocaran al cielo, 
y extienden su blancura de hielo
por el terciopelo de la noche.




De "El fauno de mármol"
En "Poesía reunida"
    

miércoles, 4 de octubre de 2023

William Faulkner. Estoy triste, pero por más....

Estoy triste, pero por más
que me pregunto, no alcanzo a comprender la razón;
y ahora, cuando anochezca, me iré
a donde dos brisas entrelazadas rizan
la superficie mate de un río cuyas profundidades
acompañan su sueño, con un rumor acariciante, 
en arenas espolvoreadas de luna. 
Y ahí me acostaré, y le oiré canturrear 
mientras acaricia a una estrella rebelde, 
caída del cielo inalcanzable, sin orillas, 
en tanto que los vientos, con brumoso ímpetu, 
ríen y lloran en sueños,
y musitan la historia de un huerto
cuyos árboles, sacudidos por una brisa errante,
dejaron que sus flores se marchitaran y cayesen 
sin un lamento: como labios
se posaron en los labios de niebla de la hierba
ondulada por el viento.
   
        Aquí se arraciman 
las lilas, leves como lágrimas, 
recortadas contra el sedoso pecho del cielo;
oscilan y cabecean, recorridas por la brisa,
y sus pétalos, lentos como la lluvia, 
caen lentamente y manchan la lluvia,
caen lentamente y manchan la hierba,
amansados en reflejos de plata.
Y a nosotros, los mármoles del calvero, 
sumidos en nuestros sueños, a la sombra de estas frondas,
nos vence la tristeza, porque sabemos que todo,
excepto nosotros, ha de declinar y desaparecer.
La luna, en su trono celeste,
se echa el pelo por la cara:
ve crecer y morir a las flores
sin queja, en silencio,
hasta que la primavera estalla en el calvero expectante
y se proyecta entre ellas la primera sombra
de una rama, y se oye el canto
de las golondrinas en el cielo a punto de despertarse,
tenue y frío y ardiente como la llama,
en el que la primavera es sólo un nombre.
   
El río atraviesa, calmo, sin ruido,
la oscuridad congregada en sus riberas;
mecidos por la brisa vagabunda,
me rodean árboles negros como la tinta,
poblados por los potentes piídos de algún pájaro;
y parece como si el cielo
hubiese sacudido sus flores siderales 
por entre los oscuros barrotes de los árboles, 
y éstas se buscaran a grandes voces 
en la tierra, insensible,
en apariencia, a su blanca desgracia.
Pero sí conoce su tristeza,
y su pecho, desordenado y sombrío, 
se la devuelve.
El día que agoniza ofrece a los que penan
la bendición que ni los reyes pueden impartir: un mañana.



De "El fauno de mármol"
En "Poesía reunida"
   

martes, 12 de septiembre de 2023

William Faulkner. II

Luna de muerte, luna de fúlgida desesperanza:
la tierra se hunde en las profundidades de un mar de plata
y los árboles, su cabellera ondulante y muerta,
buscan la superficie como un ruido que zozobrara.
  
Cuántas veces despierto a esta desesperanza 
y siento que me sangra una herida en el costado,
como si me hubiera intercambiado con el Tiempo,
y ocupado Su lugar doliente en la cruz.
   
Seguirá el Tiempo aquí, donde fui joven y ofreciera 
este cuerpo el arrebato resplandeciente del corazón, 
anhelante en estos muslos en los que busqué la muerte?
Secará el Tiempo la boca en la que la mía abrevara?
   
Acaso el Tiempo, heredero de todo, me lo legue, 
puesto que la congoja pronto se olvida.
Oh, madre tierra, sé buena: quien nos ha bendecido
puede darnos una noche sin luna ni pájaros.



De "Poemas de Misisipi"
En "Poesía reunida"
   

sábado, 2 de septiembre de 2023

William Faulkner. Los álamos, desmelenados...

Los álamos, desmelenados
atisban más allá del muro, y me llaman,
tendiendo hacia mí sus manos trémulas
y susurrándome lo que alcanzan a ver:
una senda oscura y silenciosa que discurre
por un valle alfombrado de la blanca flor del espino.
A ambos lados, las hayas se menean,
comadreando, contra las alturas lilas, 
a medio camino entre la tierra y el cielo;
los álamos temblones 
se reúnen en bandas excitadas;
y las manos aleteantes de los abedules 
irradian su plata veloz
en la verdosa blancura del calvero. 
   
Solo, pues, sigo con la mirada
el camino emprendido por Pan, cuya lenta siringa 
guía a los rebaños mansos,
mientras percute el canto de un mirlo
en las polvorientas colinas del mediodía, 
palpitantes de paz. Luego, Pan dirige los acordes
de su flauta, con delicadeza, al pájaro, y,
salvo su música, nada más se oye.
   
Ahora las gargantas de los mirlos, filigranas 
de oro, difunden sus frescas y melodiosas notas;
revolotean despacio, en solemnes bandadas,
hasta devenir marañas intrincadas, sin revelar
sus deseos, y se cruzan y entrelazan
como puntas de encaje que tejieran de negro
el espacio azul; y después se van, alborotadas
tal que contraventanas batientes.



De "El fauno de mármol"
En "Poesía reunida"
   

lunes, 28 de agosto de 2023

William Faulkner. VII

Colinas de Misisipi: mi epitafio 

Lejanas colinas azules, en las que me he deleitado,
a las que sigue la primavera con pies de plata y el manto
de cortejos floridos, entonando el "Amante!" del pájaro azul,
mientras me dirijo al divisado final del camino.
   
Que esta suave boca, moldeada para la lluvia,
no sea, por todo dolor, sino áureo dolor,
y que estos verdes bosques sueñen aquí con despertarse 
en mi corazón cuando regrese.
   
Y regresaré! Dónde está la muerte,
si en estas azules y soñolientas colinas, allí en lo alto,
tengo yo, como el árbol, mi raíz? Aunque esté muerto,
este suelo que me ciñe me ha de dar el aliento.
   
El árbol herido no alberga un verde nuevo para llorar 
los años dorados que gastamos en comprar dolor.
Que esta sea mi condena, si olvido
que aún queda primavera para agitar y quebrar mi sueño.



De "Poemas de Misisipi"
En "Poesía reunida"