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domingo, 23 de marzo de 2025

Ana Luísa Amaral. Otras voces

Cerrar los ojos y por dentro reverberar el pasado.
Pensar «podría tener otro color de piel, otro pelaje».
Y volverse el tiempo del revés, y entrar allí,
en espiral, en el tiempo.
Escoger
   
Llevar cota de malla y de salitre,
haber llorado cuando el puerto se alejaba,
millares de millas antes,
meses en sobresalto hacia atrás
   
Las fiebres y temblores durante la travesía, 
el agua amarga, las noches 
cargadas de estrellas,
y el balanceo del navío, un astrolabio 
   
Una mañana de sol, desde el puesto de vigía, 
ver muy al fondo en dulce oval,
la línea casi tan lejana como una constelación. 
Gritar «tierra», gritar a los compañeros 
al fondo del navío, desde lo más hondo de los pulmones gritar,
y el bote después, los remos anchos,
la cama de arena y los árboles. 
   
O traer en la cabeza plumas coloridas,
solo conocer a fondo la arena blanca
y el mar sin fondo, peces pescados al albur de los días,
una lengua que sirve para subir a palmeras,
que sirve para cazar y contar historias
   
Moldear un arpón, comenzar por un hueso
o piedra o madera,
entrelazar el cuerpo de la madera, y el filo de la extremidad.
Contemplar despacio el resultado del trabajo
y de la espera.
O la belleza. Escoger
   
Traer fuego en la mano, escondido en la pólvora, 
hacer fuego en los límites del bosque.
Las risas de los niños, tocar la arena blanca, tocar 
otra piel. Cruel,
el miedo, vacilar entre el hambre y el miedo.
O no escoger
   
Las plumas coloridas sobre un yelmo,
la cota de malla lanzada al aire como una flecha, 
los cantos de los pájaros sobre la cabeza,
imitar sus cantos,
en un lago de agua dulce limpiar cuerpo y
pecados de la imaginación, 
sentir la noche dentro de la noche,
la piel junto a la piel,
imaginar un sitio sin edad
   
Cambiar el fuego escondido por el fuego alerta,
el arpón por el fuego que se extiende,
gritar «aquí estoy, vida»,
sin oro ni plata.
Con la plata moldear un anillo
y una bola de fuego fingido,
y con el fuego despierto tender un puente que alcance 
a la palmera más alta
   
Olvidarse del estandarte del navío,
después partir de la arena blanca, nadar hasta el navío, 
las plumas coloridas a un lado,
traer de nuevo el estandarte y desmembrarlo.
Hacer una vela, adornarla con plumas,
derretidos entretanto,
bajo la hoguera alta y varias noches,
yelmo y cota de malla
   
Estos otorgarán firmeza al soporte de la vela,
un barco nuevo habitado por peces
brillantes como estrellas 
   
No elegir mar ni horizonte.
Y embarcar sin mapa hasta el fin
de la oscuridad
   


De "Oscuridad"


miércoles, 25 de octubre de 2023

Ana Luísa Amaral. El diluvio

se dice cuarenta días, campos labrados
de animales y de gente, seres en la misma
corriente de agua y de dolor, gritos entre 
las tinieblas, el silencio de los rayos iluminándolo 
   
todo, la lluvia ciega, furia anterior a las
mismas Furias, madre de los colores desolados
y de la ausencia de luz, dulce madre del terror
y de las hablas de los vientos, los truenos de silencio
  
sobre las plantas moribundas, saciadas de
lluvia, y entonces el cuervo, y la paloma, y el
orden por la rama consagrada al mundo
destruido e inocente: el precio del perdón 
   
y la seca promesa del ya basta, O no?



De "Ágora"


martes, 17 de octubre de 2023

Ana Luísa Amaral. Babel

Y todos tenían una lengua igual
celosamente amada por noches de luz lunar,
por días claros
   
Con ella nombraban los sentidos
de las cosas sin sentido antes de ser,
por ella se reflejaban en la memoria,
pues la memoria era también de todos
y a todos ocupaba el pensamiento
   
Y si el silencio era alto y ellos fuertes 
en el poder todo que la palabra otorga,
y si el cielo ofrecía morada 
a las aves y a las nubes y al sol,
por qué no conquistarlo en desafío 
profano?
   
Se dice que el castigo surgió preciso
en exacta correspondencia al crimen,
que la confusión creció a la vez que las palabras,
ensombreciendo el silencio otrora amado,
excediendo los días 
y las cosas 
   
Se dice que el castigo se cumplió justamente
en el divino saber
   
Pero fue sin dudas
gesto de celos
quizás quién sabe afirmación de quien 
ya no tiene más cielos
   
por conquistar



De "Ágora"


viernes, 5 de agosto de 2022

Ana Luísa Amaral. Los pájaros: égloga

Es casi de mañana
y allá afuera los pájaros,
en su ronda de cantos
   
Extraña hora
hecha de una neblina tan ligera
al borde de la limpidez
del cielo
   
Es ya de madrugada
en el silencio,
pero ellos continúan
en su ronda de cantos
   
Pulsante, el mundo,
aunque desafinado
de vacío:
queriendo canta

Ahora, el sol
soltó su 
corazón:
   
y él se partió,
el mundo,
sobrevolando
su otra
   
paz



De "Mundo"


lunes, 4 de julio de 2022

Ana Luísa Amaral. La urraca: los otros colores del mundo

En el jardín que está junto a mi casa
estre los pájaros
que anidan en sus árboles y cantan
en trinado desacierto,
vive una urraca
  
Su nombre no es un nombre hermoso
como son golondrina o ruiseñor,
que evocan odas y tibias tradiciones,
o guacamaya, colibrí o quetzal,
nombres felices con todos los colores
que el ojo humano entiende
e incluso otros
que entienden sólo ellos
   
Mas la urraca, elegante con su cuerpo todo negro, la cola larga,
sólo en el pecho y alas un leve lunar albo,
parece que ha vestido alta costura
para volar entre las ramas del otoño y
los techos de las casas
que están cerca
  
Dicen los entendidos
que al verse en el espejo reconoce su imagen,
cosa que al bicho humano
le exige años de vida
   
En estos días tan magros
en los que los caballos de horror y apocalipsis
cabalgan libres, trayendo nuevas pestes, guerras, hambres,
es place de caricia,
   
una alegría sin nombre
verla volar todos los días
   
equilibrista bicolor,
dueña del mundo



De "Mundo"