El dios con el color de las hojas viejas
Se revelará en la aduana del ocaso,
Tiene
Un pico de pájaro cantor,
Lamentos encerrados en el oído
Y el ojo abierto como los muertos.
Lo acompañan los cervatillos
Y los ciervos
Que avanzan en pareja, como reyes
Coronados con anillos mustios de hierba...
Él te llevará hasta la aduana del norte.
Allí te esperará
Un dios anciano;
De su órbita derecha
Asoman nubes,
De su órbita izquierda
Nace el ocaso;
Está acurrucado y es calvo,
Tiene un rictus atontado,
Incuba huevos de serpiente en las axilas,
En los hombros le crecen plumas de cuervo,
En los codos alas de pez,
Grazna con aspereza de vez en cuando...
Su voz te acompañará
Hasta la aduana de levante.
Desde allí
Te guiará un niño
Que yace escondido.
Es un dios, pero no quiere reconocerlo,
Se transforma a veces en alondra
O en rana;
Le cuelgan barbas de diente de león,
Alas de mariposa,
Cuernos de ramas,
Jorobas de caracolas.
Lo puedes reconocer
Solo
Por la fila amarga
De grullas
Que lo siguen
Tras el rayo débil
Tres veces
Enredado sobre él,
Tras el temblor apresurado
De las hojas de la morera.
Déjate hostigar -me susurraste-
Hasta la aduana del sur.
Pero no despiertes -me gritaste-,
Allí te espera la dueña
Del reino entero.
Pasará su mano sobre tus ojos,
No tengas miedo,
Piensa
Que ella es el hada
Con voz aguda de pavo real,
Con olor a fresas,
Con faldas de hojas de mandrágora
Y labios verdes,
Con el pelo de agua delirante
Corriendo hacia el mar;
Las aves pasan por su cuerpo,
Los peces por sus cabellos:
No la despiertes!
Los lagartos mudan sus pieles ebrias,
El sol se ovilla ciego en su mano
Y crea el día.
Solo la luna de hiel
Gotea desde lo alto
Sobre nosotros...
Si tienes fuerzas
Para soñar que duermes -dijiste-,
Puedes regresar
Por la aduana del ocaso.
De "Poemas"
En "El sueño dentro del sueño y otros poemas"