con esmeraldas por ojos mirando a todo aquel
que viene y va. Mucho de eso:
abanicos cerrados de golpe (cruje-clic)
taconeo taca taca de diminutos
zapatos bordados
que no durarían ni un sólo día fuera
de donde está Londres: pájaros oscuros
sobre el río, moteando las pilas de la basura.
Mi padre es idiota
y ahora se ha ido.
Ea, ya lo he dicho.
Nadie murmura sin propósito
aquí; no hay amor
en sus murmullos. El príncipe pagó por mí
de una bolsa de terciopelo azul.
Padre sonrió con suficiencia ante mi discurso.
El príncipe tiene una tripa pequeña y redonda.
(No, no la tiene. No, yo no
lo dije, no dije nada:
eso es lo que se supone que debo responder...
pues la corte es despiada, mucho peor que
una mujer traicionera).
Me pregunto dónde dormiré esta noche.
De "Sonata Mulattica"