En los días tristes no se habla de aves.
Se llama a los amigos y no están
y después se pide fuego en la calle
como quien pide un corazón
aún por estrenar.
En los días tristes es Invierno
y se anda por el frío con el cigarrillo en la mano
quemando el viento diciendo
-buenos días!
a las personas que pasan
después de que han pasado
y de que no hayamos reparado en ello.
En los días tristes se habla con uno mismo
y hay siempre un ave que se posa
en lo alto de las cosas
en vez de posársenos en el corazón
y no habla con nosotros.
En "Sombras de porcelana brava. Diecisiete poetas portuguesas"