Tráiganme un hombre que me levante con los ojos
que deposite en mí el fin de la tragedia
con la gracia de un globo acabado de hinchar
tráiganme un hombre que venga en baldes,
suelto y líquido para mezclarse en mí
con la fe nupcial de muchacho prometido desnudándose
leve, leve, un aprendiz de pájaro
tráiganme un hombre que me ame en círculos
que me ame en miedos, que me ame en risas
que me ame en autobuses con rueda en el precipicio
y me devuelva las ojeras en agradecimiento por
estar vivos
un hombre hombre, un hombre niño
un hombre mujer
un hombre florido de noches en los cabellos
un hombre acuático en fuego y entero
un hombre casa, un hombre invierno
un hombre con boca de crepúsculo inclinado
de corazón prefacio esperando ser escrito
tráiganme un hombre que me quiera en mí
que levante en hemisferios y difunda y cante
un hombre mundo donde me pueda perder
y que dedo a dedo me saque las farpas de los ojos
lanzándome la ilusión de ser dos
novísimas nubes en pie.
En "Sombras de porcelana brava. Diecisiete poetas portuguesas"