sábado, 2 de agosto de 2025

Vanessa Díez Tarí. XVI.

A mi madre.

Ríe,
alondra,
ríe.
   
Tantas veces
los cuervos comieron 
de tu alma
que ni fuerzas había.
   
Tu cantar
me alegra
en la mañana
sin importar
la distancia.
   
Y aunque nunca 
emprendiste tu vuelo,
y quizás sean breves
los amaneceres,
este es el goce
que debe atravesarte, 
beber cada gota
del agua que quede
como la más fresca
gota de néctar.
   
Y no pensar,
en la pata rota,
en la costilla dolorida,
en el pico maltrecho,
si no en el calor
del arrullo compartido,
en los cantos
a medias sin atino,
en la comida recibida,
en el tiempo que
merece ser recordado.
   
Vive,
alondra,
vive.



De "La luna"