No tuve tiempo de arrancar todo
lo muerto, así que ahí quedó, flácido
o seco, allá donde el viento lo mecía
arriba o abajo o al través. Todo el verano
estuvo así, sin podar, y
creciendo. Los senderos se volvieron
húmedos e incómodos y musgosos
y ya nadie podía atravesarlos salvo un ratón
o una sombra. Moras, helechos, hojas, restos
sin supervisión alguna de la dirección
gerencial. A los pájaros les encantó.
De "Búhos y otras fantasías"
En "Devociones"