lunes, 19 de mayo de 2025

Percy Bysshe Shelley. Debajo dormía la fría tierra

Debajo dormía la fría tierra;
  un cielo helado brillaba en lo alto;
    y rodeándolo todo
    con un aullido aterrador,
que provenía de gélidas grutas y de praderas nevadas,
la respiración de la noche fluía como la muerte 
  bajo el crepúsculo lunar.
   
Los invernales setos estaban ennegrecidos;
  no se veía el verde de la hierba;
    los pájaros descansaban 
    en el pecho desnudo del espino,
cuyas raíces, al lado del sendero salvaje,
volvían a anudarse sobre las cicatrices
  que la helada abrió en su madera.
   
Tus ojos brillaban bajo el resplandor 
  de la moribunda luz lunar;
    como las luces de un pantano
    sobre su corriente apática,
destellan apagadas: así brillaba la luna,
amarilleando los mechones de tu cabello enredado
  que el viento de noche estremecía.
   
La luna puso pálidos tus labios, querida;
  el viento enfrió tu pecho;
    la noche derramó 
    sobre tu cabeza tan amada
su gélido rocío y tú te quedaste inmóvil 
donde la amarga respiración del cielo desnudo
  pudiera visitarte cuando le apeteciese. 



En la antología "Amores eternos"