inclinado sobre su propia sombra
me recuerda
que esta tarde
ya estuvo entre nosotros,
no como se queda
el temblor del petirrojo
en la pupila,
sino como se adhieren
las hortensias al naufragio del azul
en los trasiegos del día.
Es la suma de lo bello y el dolor
de lo que ya no vendrá
lo que me hace entender
el árbol así rendido,
y el claro de la nube
en que se hunde el vuelo
y el nombre de esa flor
que parecía descifrarlo todo.
En "Pájaros de sombra. Diecisiete poetas colombianas (1989-1964)"