Ni siquiera las gaviotas advirtieron
que el tsunami provocado por tus miedos
iba a destrozar este navío.
Sobrevino el naufragio en un suspiro.
Y ni los delfines avisaron
que el oleaje exaltado del océano
era provocado por tu cobardía.
Luego, el naufragio sobrevino.
Y ni los cormoranes vieron
cómo, en medio de la noche,
arrancarte la máscara del rostro
para echar a pique esta embarcación.
Sobrevino el naufragio en un instante
en el que asiste el bote salvavidas,
me abandonaste a mi suerte en la cubierta
y te alejaste sin decir adiós.
De "Poemas del naufragio"