sábado, 25 de mayo de 2024

Margaret Atwood. The Dear Ones*

Los seres queridos

Pero dónde están? No pueden estar en ninguna parte.
Esto solía ser lo que se llevaban los gitanos,
o bien la Gente Pequeña,
   
que no eran pequeños, sino tentadores.
Fueron atraídos a una colina,
esos seres queridos. Había oro y baile.
   
Deberían haber regresado a casa a las nueve.
Tú llamaste. Los relojes sonaron
como hielo, como metal, sin corazón.
   
Una semana, dos semanas: nada.
Siete años pasaron. Sin resultado.
No, cien. Un poco más.
   
Cuando finalmente reaparecieron
ni un día más viejos
vagando por el camino con andrajos
   
con los pies descalzos, todos harapientos,
aquellos que los habían esperado tanto tiempo
llevaban décadas muertos.
   
Estos eran los tipos de historias
que solíamos contar. Eran confortables de alguna manera
porque decían
   
que todo el mundo tiene que estar en algún lugar.
Pero los seres queridos, dónde están?
Dónde? Dónde? Después de un tiempo
   
Tú pareces como un pájaro.
Te paras, pero el dolor sigue llamando.
Te deja y se va volando
   
sobre los fríos campos de la noche,
buscando y buscando,
sobre los ríos,,
sobre el aire vacío.



De "Dearly"