Alegra mi corazón escuchar uno de esos
pizpiretos pajaritos recién regresados de México
o de donde quiera que pasen sus inviernos
posados en un árbol al otro lado de mi ventana.
Quisiera quedarme toda la mañana en la cama
escuchando cómo los que regresan saludan a los amigos
que dejaron atrás, pues en su entusiasmo
de estar juntos encuentro mi propio contento,
como si dos mujeres serenas y lúgubres
ataviadas de modo demasiado ligero para esta época del año
compusieran una mesa festiva en el jardín
atentas a poner cada vado y cada cubierto en el lugar apropiado,
haciendo que yo no sepa si cerrar los ojos
o correr en pantalón corto sobre la nieve vieja
para asegurarme de que los platos que han dispuesto
están de verdad ahí para ser saboreados por alguien como yo.
De "Circo unipersonal"