Llorad, Venus y Cupidos,
y cuantos hombres seáis algo sensibles a la belleza:
ha muerto el gorrión de mi amada,
el gorrión, delicias de mi amada,
a quien ella quería más que a las niñas de sus ojos.
Pues era dulce como la miel y conocía a su dueña
tan bien como una chiquilla a su misma madre,
y no se alejaba de su regazo,
sino que, dando saltitos de aquí para allá,
sólo para ella estaba continuamente piando.
Y ahora va por un camino tenebroso
hacia allá de donde dicen que nadie vuelve.
Poema encontrado en el libro "Una carpa bajo el cielo" de Liudmila Ulítskaya
según la nota es de Catulo,
Poesías, traducción de Juan Petit, Editorial Los Libros de la Frontera, Barcelona, 1974.