He decidido inundar las calles
con tu nombre como consigna.
He de aprender de memoria
que hoy es viernes
y siempre será un viernes lluvioso
en el cabello sumiso de las sombrillas.
He decidido ser tu traje
llenando de fosforescencias verdes
todas las esquinas.
He creído en el sabor azul del aire,
que me flota entre los pulmones
como una catástrofe
de moléculas extrañas,
descargándome rasguños
de tu olor
entre la carne.
He decidido correr
a alas abiertas por la avenida
con tu nombre fuera de los dientes,
con una camisa blanca y larga,
y única
y primera,
hasta dejar el eco de mis pies
rodando por el pavimento.
He decidido ser tu paloma loca
y mojada
incendiando la ciudad esta tarde.
De "Poemas para un día cualquiera"
En "La Estación de Fiebre y otros amaneceres"