Cómo nos sobrecoge el grito del pájaro...
Cualquier grito que haya sido creado.
Pero los niños, jugando al aire libre,
ya gritan pasando de largo ante gritos reales.
Gritan el azar. En los espacios intermedios
de éste, del espacio del mundo (en el que el grito del pájaro,
a salvo, entra, como los hombres en los sueños)
meten ellos sus cuñas, las de su griterío.
Ay, dónde estamos? Siempre aún más libres,
al igual que cometas que se soltaron,
corremos a media altura, con flecos de risa,
rasgados por los vientos. Pon orden en los que gritan,
dios cantor!, que rumorosos despierten
y sean la corriente que lleva la cabeza y la lira.
De "Los sonetos a Orfeo"