Y no era triste, era solamente muy quieta,
con la quietud sonora que nos incita al llanto.
La tarde quieta, siempre, sobre ti, sobre rosas,
sobre el ramaje, el viento, el confín y los pájaros.
No hablabas, ni siquiera pensábamos en nadie,
ni en ningún sol oculto, ni en las rosas pensábamos.
Pero hubo un murmullo tan fuerte, que la tarde
ensordeció el momento... y acabamos llorando.
De "Mara"