Sucede algo terrible: mi amor
se está muriendo otra vez, mi amor que ya se ha muerto:
murió y fue llorado. Y sigue la música,
una música de separación: los árboles
se convierten en instrumentos.
Qué cruel es la tierra, los sauces resplandecen,
los abedules se inclinan y suspiran.
Qué cruel, qué profundamente tierna.
Mi amor se está muriendo; mi amor
no sólo una persona sino una idea, una vida.
¿Para qué voy a vivir?
¿Dónde volveré a encontrarlo
más que en el dolor, madera oscura
con que se hace el laúd?
Una vez basta. Una vez basta
para despedirse sobre la tierra.
Y para llorar a alguien también, por supuesto.
Una vez basta para despedirse para siempre.
Los sauces resplandecen junto a la fuente de piedra,
junto a senderos de flores.
Una vez es suficiente: ¿por qué está vivo otra vez?
Y también brevemente, y sólo en sueños.
Mi amor se está muriendo: la despedida ha vuelto a empezar.
Y a través de los velos de los sauces
la luz del sol asciende y resplandece,
no la luz que conocimos.
Y los pájaros cantan otra vez, canta hasta la huilota.
Ah, he cantado esta canción. Junto a la fuente de piedra
los sauces cantan otra vez
con una ternura indescriptible, arrastrando sus hojas
por el agua radiante.
Está claro que lo saben, lo saben. Él se está muriendo otra vez,
y también el mundo. Morirá durante el resto de mi vida,
eso creo.
De "Vita Nova"