No pretendo hambre de solemnidad, aspiro al
olvido y a los contornos borrados de mi silueta
no pronuncies mi nombre si no vas a comerte
mi corazón
piedra volcánica
aleteo
de rosas marchitas sobre mis años
vibración
de aguas estancadas que desbordan este cuerpo plegaria
súplica
de entrañas mal dispuestas
ficción
en todo lo que he ofrecido hasta ahora.
No pretendo el abrazo incondicional de las
masas, solo dejar de huir a lomos de una bestia
moribunda a punto de ser abatida por la tris-
teza
No pronuncies mi nombre si no vas a comerte
mi corazón
raíz arrancada
caricia
de intangibles y pájaros fantasmales
beso
de vacío, eco, ceguera y rama
herida
de cuatro décadas de insomnio y sombra
verdad
de quien pide tres deseos sobre su propio cadáver.
No me llevarán mis pasos hasta el campo de
batalla, elijo la exposición del pecho above-
dado y los cabellos azules, el bautismo de la
nieve, flores en el pelo y laureles en la hoguera,
dolor
de parto, metamorfosis y holocausto
frío
de promesas escritas sobre restos de piel mudada
esperanza
de soledad beatífica ante el espejo.
He dicho
que no pronuncies mi nombre.
De "La habitación de las ahogadas"