Los pájaros te aclaman.
De túnicas de aves te viste la alegría.
Qué aurora la que exaltas!
Qué noble luz la tuya!
Te escuchan las mañanas y las noches
porque eres como un río
porque eres como un corzo.
Sentirte a ti que pasas
rozándome las rosas y los ayes...
Doler en tus rodillas, estrujada
por riscos y malezas.
Y que un céfiro de alondras venga dulce,
que tú llegues aventando mis heridas...
Ser mujer y tuya, qué inefable
fundirse la conciencia entre tus brazos!
(Del libro "Ansia de la gracia")
En "Mujeres del 27. Antología poética"