lo que nos separa, ni un día,
pero las hojas verdes me rozan la mejilla,
Cristo querido, este mes de mayo
quién puede tomar su primer amor
y como antes besarlo?
Cae sobre la hierba una sombra
y a mis pies se demora,
entre mis manos hay un nuevo rostro.
Si pudiera llorar, Cristo querido,
para borrar las hojas estivales
cuando saludo a este nuevo semblante.
Ya no es más que el recuerdo
de algo que ya he visto
en el clima húmedo del verano,
cuando las hojas verdes se interponen,
tan lejana y extraña parece
la sombra del rostro de mi amado.
El río siempre corre
entre sus herbosas orillas;
las voces de mil aves
que resuenan sobre mi cabeza
me traerán quizá otro sueño
cuando este tan triste perezca.
De "Obra completa"