Ese yunque altísimo, tormenta con el poder
de lanzar un aluvión
entre las paredes imponentes del desfiladero
y arrastrar a su paso cuerpos y ramas.
Dispersándose más allá de este horizonte
de salvia y arena pacífica
contra el cielo azul mudo, se extiende
el aguacero gigante.
Dentro de su misterio feroz, esquirlas de cerámica antigua,
modernos relojes pulsera
y las plegarias desesperadas d varias generaciones
compiten en un colisionador de hadrones de la imaginación.
Letras de un alfabeto perdido en un caos aleatorio
el deseo de un manatí
un millón de atardeceres en flor
y frutas tan raras que todavía están por probarse.
No tengas dudas de que el torbellino de su masa esconde pajaritos,
el canto quejumbroso de un coyote
o las preguntas acrobáticas
de alguien que estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado.
De "Contra la atrocidad"