Gerda. Erica. Tal vez Margarete.
No sabe, de verdad no sabe nada de eso.
Este tipo de noticias no sirve
ni para ser comunicado, ni para ser recibido.
Las Erinias griegas son demasiado justas.
Hoy en día nos irritaría su exageración de pájaros.
Irma. Brigitta. Tal vez Frederike.
Tiene veintidós años o poco más.
Conoce tres lenguas extranjeras, necesarias en los viajes.
La empresa en la que trabaja recomienda para la exportación
los mejores colchones, solo de fibras artificiales.
La exportación acerca a los pueblos.
Berta. Ulrike. Tal vez Hildegarde.
Hermosa no, pero sí alta y delgada.
Mejillas, cuello, pechos, muslos, vientre,
todo en plena floración y con brillo de novedad.
Alegremente descalza en las playas de Europa
suelta su pelo rubio que le llega hasta las rodillas.
No le aconsejo que se lo corte -le dijo el peluquero-,
una vez cortado, ya nunca será tan abundante.
Créame, por favor.
Está demostrado
tausend... und tausendmal.
De "Mil alegrías
-un encanto-"
En "Poesía completa"