Concédeme el instante, el instante gozoso
para que me incline y pueda ver
los otros capullos, las otras flores,
las otras hojas del árbol:
para que acoja en mi pecho
el airecillo que es como su hermano,
pero más pausado, más ligero, cuya risa apenas audible
se hace eco de la risa del otro.
Arriba, en los espacios azules y blancos de las nubes,
pequeñas nubes juegan.
Contemplo su juego misterioso y remoto
en esa otra lejanía.
Concédeme oír cómo cantan los pajarillos
la canción que solo el silencio conoce...
(La Luz y las Sombras intercambian susurros,
el instante gozoso crece,
ondula por el aire como agua
se aleja más y más sin un solo sonido,
y la niña termina su oración
y se levanta del suelo frío).
En "La criatura terrestre y otros poemas"