sábado, 2 de diciembre de 2023

Raymond Carver. Esta mañana

Esta mañana es diferente. Hay un poco de nieve
en el suelo. El sol inmóvil en un cielo claro
y azul. El mar azul y luego azul verdoso
hasta donde alcanza la vista.
Apenas agitado. En calma. Me vestí y salí
a dar un paseo, decidido a no volver
sin haber obtenido lo que la naturaleza me afrecía.
Pasé junto a unos árboles viejos, curvados.
Crucé un prado salpicado de rocas
en las que se amontonaba la nieve. Seguí
hasta llegar al acantilado.
Desde allí pude ver el mar, el cielo y
las gaviotas, girando en círculo sobre la playa blanca,
allá abajo. Todo encantador. Todo bañado en una luz
fría y pura. Pero, como siempre, mis pensamientos
empezaron a dispersarse. Tuve que obligarme a ver lo que estaba viendo
y nada más. Tuve que decirme a mí mismo esto es lo que 
importa, no lo otro. (Y lo logré
durante unos minutos.) Durante un par de minutos,
aquello se impuso a las preocupaciones habituales sobre
lo que va bien y lo que va mal: obligaciones,
recuerdos emotivos, pensamientos sobre la muerte, cómo debo tratar
a mi primera mujer. Todas esas cosas
que no quería ver esta mañana.
El género con el que convivo cada día. Que
he pisoteado para poder sobrevivir.
Pero durante un par de minutos me olvidé
de mí mismo y de todo lo demás. Sé que lo hice.
Porque cuando me di la vuelta no sabía
dónde estaba. Hasta que surgieron unos pájaros
de los árboles nudosos. Y volaron
en la dirección que yo necesitaba.



En "Todos nosotros"