lunes, 18 de diciembre de 2023

Ana Istarú. XV

De dónde has llegado,
hombre dormido.
Qué nube te vertió, 
qué carabela.
Quién te autoriza a este derrame 
de nenúfares, 
quién deslizó en tu tez
el pájaro de plata.
Te posas en mi lecho con descuido:
eres un ángel olvidado
dentro de un camarote.
Yo no comprendo este hombre
tan extenso.
No puedo ya dormir: mi sábana
se empeña en ser un viento alisio,
la flor de la lavanda.
Mi almohada, que retoma 
su viaje de gaviotas.
Mis antiguos zapatos, dos erizos.
Y este hombre pequeñito, 
desnudo sin siquiera una gardenia.
Por qué mi mano vuela
a su incauta porcelana,
a su carne de membrillos.
Qué contratiempo.
Qué miraré otra vez ya nunca
si sólo puedo mirar mi visitante.
De dónde vino la zarza de tu ceja,
los dos puntos de cobre de tu tórax. 
Qué pana buscaré, 
si no tu vello.
Qué vaso, qué beso, 
qué ribera sin tu boca,
hombre dormido.
Qué pan de oro 
sin tu sueño.



De "La estación de fiebre"
En "La Estación de Fiebre y otros amaneceres"