martes, 19 de noviembre de 2024

Alejandra Pizarnik. Cenizas

Hemos dicho palabras,
palabras para despertar muertos,
palabras para hacer un fuego,
palabras donde poder sentarnos
y sonreír.
   
Hemos creado el sermón 
del pájaro y del mar,
el sermón del agua,
el sermón del amor.
   
Nos hemos arrodillado
y adorado frases extensas
como el suspiro de la estrella,
frases como olas,
frases con alas.
   
Hemos inventado nuevos nombres
para el vino y para la risa,
para las miradas y sus terribles 
caminos.
   
Yo ahora estoy sola
-como la avara delirante
sobre su montaña de oro-
arrojando palabras hacia el cielo,

pero yo estoy sola
y no puedo decirle a mi amado
aquellas palabras por las que vivo. 



De "Las aventuras perdidas"
En "Poesía completa"
    

lunes, 18 de noviembre de 2024

Bibiana Bernal. Hacia el crepúsculo

Entre árboles deshojados anidan sus ojos.
La mirada se le ha ido con las golondrinas.
Atardece y su cuerpo,
avidez en la memoria de las manos,
se convierte en horizonte dejado atrás.
Cómo puede la frontera estar
a tus espaldas y frente a ti?
A dónde va quien aloja
levedad y pesadumbre en sus ojos?
Huye de donde irse y permanecer es imposible.



En "Pájaros de sombra. Diecisiete poetas colombianas (1989-1964)"

sábado, 16 de noviembre de 2024

Piedad Bonnett. 5

5

Tenía miedo de tu miedo
y miedo de mi miedo.
   
De tu castigo justiciero,

del brazo en alto
que pretendía detener mi llanto.
   
cómo he temido luego la furia de los débiles.
   
Me regalaste un pájaro monstruoso
de alas sombrías y pico carnicero.
   
Alimentarlo
fue mi mejor manera de quererte.
  
El pájaro vigilaba mi jaula como un verdugo ávido.
   
yo pensaba que el mundo era cosa de hombres,
mientras mis senos
crecían en abierta rebeldía.



De "Tretas del débil"
En "Poesía reunida"
    

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Bibiana Bernal. Pájaro de piedra

Ser de piedra y creerse pájaro 
porque el viento propaga el polvo de las manos.
   
Verse ave en el reflejo,
aunque inmóvil sobre el asfalto, 
abrasado por la luz de las cinco de la tarde.
   
Saberse nido 
en un recodo del día que agoniza,
sin poder roer el aire.
   
Ser de carne y creerse hoja o pluma
y al final de la jornada ser quien cae.
   
Ser uno y creerse otro y otro y otro,
hasta anochecer sobre sí mismo
y volver al origen,
donde la arcilla no tenía rostro
y las alas no pesaban tanto.



En "Pájaros de sombra. Diecisiete poetas colombianas (1989-1964)"


martes, 12 de noviembre de 2024

Friederike Mayröcker. Cipreses

remolinea
blanco, el
pájaro
cruje en el
bosque - 
abrazando
tierna extrañeza al
marchitarse 
el brote



En "Se secará como la hierba"


domingo, 10 de noviembre de 2024

Forugh Farrojzad. Tarde

En los ojos cansados del día se arrastra
el sueño fantasioso, atolondrado.
Vete, pues, a tu casa,
por el camino de siempre, sin compañía.
   
Mientras tu mala sombra siga
pegada todo el tiempo a ti,
no creas que al llegar encontrarás 
miradas que te acojan.
   
Tu casa está, como una tumba,
en medio de una nube de polvo, entre los árboles secos.
No luce, como antaño, la corona
de lluvia hilada de plata fina.
   
Desde los rincones oscuros, silenciosos,
al cerrarse la puerta, 
cientos de saludos sientes y arcanos
vuelan a tu encuentro con monotonía. 
    
Ni que latiese el corazón de las tinieblas
dentro de este mínimo y tétrico habitáculo!
La noche repta como una serpiente oscura
sobre los visillos de colores.
   
El reloj, sobre el pecho de la pared,
vacío de movimiento y de sonido.
Tú misma eres cómplice, tú misma formas parte
de este entramado de silencio y negrura.
   
En los viejos marcos, las fotografías, 
estos rostros absurdos y efímeros, 
descoloridos por el paso del vivir
vivieron de verdad en otros tiempos?
   
El espejo, como un ojo gigante,
sentado en su palco de espectador,
recibe al espíritu hastiado de la noche
en sus retinas de cristal oscurecido.
   
Tú, como un pájaro viejo, extenuada, 
te refugias en tu nido acogedor.
Reposas tu cabeza en el pecho del cuaderno,
tus párpados titilan el uno sobre el otro.
   
Dices que aúllan a tu lado
los fantasmas ya muertos del pasado.
Los que durmieron en esta cama
antes que tú, en otros tiempos.
   
De ellos estos mil movimientos apagados.
De ellos estas mil desconsoladas quejas
como burbujas fugitivas 
sobre el solemne rostro del pantano.
   
Hasta la copa está ya el viejo pino
de los cuervos, con su mal augurio y su perturbador graznido. 
Danza otra vez en las ventanas
la aromática seda del aguacero.
   
Sientes que no vale la pena
rebelarse contra el dolor que sientes.
Hueles la flor de la melancolía. 
Y compones así tu nuevo poema.



De "Rebeldía"
En "Eterno anochecer. Poesía completa"


sábado, 9 de noviembre de 2024

María Clemencia Sánchez. Regreso

También el árbol 
inclinado sobre su propia sombra
me recuerda 
que esta tarde
ya estuvo entre nosotros,
no como se queda
el temblor del petirrojo
en la pupila,
sino como se adhieren 
las hortensias al naufragio del azul
en los trasiegos del día.
   
Es la suma de lo bello y el dolor
de lo que ya no vendrá
lo que me hace entender
el árbol así rendido,
y el claro de la nube
en que se hunde el vuelo
y el nombre de esa flor
que parecía descifrarlo todo.



En "Pájaros de sombra. Diecisiete poetas colombianas (1989-1964)"