En los ojos cansados del día se arrastra
el sueño fantasioso, atolondrado.
Vete, pues, a tu casa,
por el camino de siempre, sin compañía.
Mientras tu mala sombra siga
pegada todo el tiempo a ti,
no creas que al llegar encontrarás
miradas que te acojan.
Tu casa está, como una tumba,
en medio de una nube de polvo, entre los árboles secos.
No luce, como antaño, la corona
de lluvia hilada de plata fina.
Desde los rincones oscuros, silenciosos,
al cerrarse la puerta,
cientos de saludos sientes y arcanos
vuelan a tu encuentro con monotonía.
Ni que latiese el corazón de las tinieblas
dentro de este mínimo y tétrico habitáculo!
La noche repta como una serpiente oscura
sobre los visillos de colores.
El reloj, sobre el pecho de la pared,
vacío de movimiento y de sonido.
Tú misma eres cómplice, tú misma formas parte
de este entramado de silencio y negrura.
En los viejos marcos, las fotografías,
estos rostros absurdos y efímeros,
descoloridos por el paso del vivir
vivieron de verdad en otros tiempos?
El espejo, como un ojo gigante,
sentado en su palco de espectador,
recibe al espíritu hastiado de la noche
en sus retinas de cristal oscurecido.
Tú, como un pájaro viejo, extenuada,
te refugias en tu nido acogedor.
Reposas tu cabeza en el pecho del cuaderno,
tus párpados titilan el uno sobre el otro.
Dices que aúllan a tu lado
los fantasmas ya muertos del pasado.
Los que durmieron en esta cama
antes que tú, en otros tiempos.
De ellos estos mil movimientos apagados.
De ellos estas mil desconsoladas quejas
como burbujas fugitivas
sobre el solemne rostro del pantano.
Hasta la copa está ya el viejo pino
de los cuervos, con su mal augurio y su perturbador graznido.
Danza otra vez en las ventanas
la aromática seda del aguacero.
Sientes que no vale la pena
rebelarse contra el dolor que sientes.
Hueles la flor de la melancolía.
Y compones así tu nuevo poema.
De "Rebeldía"
En "Eterno anochecer. Poesía completa"