Palabras degolladas,
caídas de mis labios
sin nacer;
estranguladas vírgenes
sin sol posible;
pesadas de deseos,
henchidas…
Deformadoras de mi boca
en el impulso de asomar
y el pozo del vacío
al caer…
Desnatadoras de mi miel celeste,
apretadas en vosotras
en coronas floridas.
Desangrada en vosotras
–no nacidas–
redes del más aquí y el más allá,
medialunas,
peces descarnados,
pájaros sin alas,
serpientes desvertebradas…
No perdones,
corazón.
En "Mundo de siete pozos"